El canto fue la primera expresión musical de la humanidad. Nació seguramente al mismo tiempo que el habla y pronto se le unirían diversos instrumentos musicales para ensalzarlo, para acompañarlo y darle sustento armónico y rítmico. Es habitual escuchar a bebés entonar pequeñas cantinelas antes incluso de pronunciar sus primeras palabras. Y no nos equivocaremos si afirmamos que cualquier instrumento, ya sea de cuerda, viento o percusión, hace esfuerzos por parecerse, aunque solo sea un poco, a la voz que le dio génesis.
Desde finales del siglo XVI se fue fraguando en algunos de las principales centros musicales europeos una generación de músicos única en la historia del arte occidental. Ávidos por dar rienda suelta a su creatividad y por comunicarse a través de sus instrumentos, tomaron como punto de partida motetes y madrigales de los maestros del pasado y les dieron nueva forma y ornamento, transfigurando con sutileza y elegancia algunas de sus líneas, creando discursos melódicos que se emancipaban de un mero rol polifónico para cobrar vida propia. No perderían estas melodías la flexibilidad de la voz humana que les daba aliento. Parecía que siempre hubieran existido, que las obras de las cuales emanaban pasaban a un segundo plano. Este estado de gracia de la creación melódica, esta transfiguración musical, puede considerarse como el nacimiento de la música instrumental tal y como la conocemos hoy en día.
Inspirados por la sensibilidad de estas composiciones y por la sencillez con la que el instrumento primordial es capaz de transmitir los sentimientos musicales más puros, nace la agrupación VOCE UMANA. Y lo hace de la mano de las melodías de aquella época, de la necesidad de dar vida a los instrumentos históricos con la premisa de imitar en todo momento los melismas y el tacto aterciopelado y suave de la voz. No es casual que uno de los registros del órgano lleve desde hace siglos este mismo nombre y que utilicemos en nuestro grupo el cornetto tenor, emparentado con los primeros instrumentos de cuerno, así como el serpentón, creado hace medio milenio para fundir su sonido con el canto llano de lejanas abadías. Nuestra meta es transportar al público a aquellos enclaves y momentos del pasado: pónganse cómodos, cierren los ojos y déjense llevar por las historias que les contaremos con nuestra propia voz.
LA MELODÍA VENECIANA EN EL RENACIMIENTO TARDÍO
Oscar Abella, cornetto tenor/serpentón
Loreto Aramendi, clave/órgano positivo
Gabriel Mesado, violonchelo barroco
Daniel Garay, percusión histórica
PROGRAMA
Giovanni Martino CESARE
La Foccarina (1621) 4’ [Cornetto]
Girolamo FRESCOBALDI
Canzonas nº 3 (“La Bernardina”) y nº 5 del Libro 1° (1634) 6’30” [Cornetto]
__________
Giovanni GABRIELI
Toccata del segundo tono (1593) 2’30″ [Teclado solo]
Giovanni BASSANO
Susanne ung jour (1591), sobre un motete de Roland de LASSUS 4’ [Serpentón]
Giovanni Battista RICCIO
Dos Canzonas (1612 y 1620) 6’ [Serpentón, cello y continuo]
__________
Girolamo DALLA CASA
Anchor che col partire (1584), sobre el madrigal de Cipriano di RORE
(Madrigali da sonar) 3’30” [Cello]
Giovanni Battista BOVICELLI
Io Son Ferito Ahi Lasso (II-a) (1594), sobre un madrigal de Palestrina 5’30” [Cornetto]
Bartolomé de SELMA Y SALAVERDE
Vestiva i colli (4) (1638), sobre un madrigal de Palestrina 3’30” [Cornetto, cello y continuo]
__________
Girolamo FRESCOBALDI
Toccata 7ª del 2°Libro (1627) 4’ [Teclado solo]
Claudio MONTEVERDI
– Tres Madrigales y un ritornello del 7° libro (1619) 14’ [Cornetto, cello y continuo]
O Viva Fiamma (Sol) 3’15”
Non vedrò mai la stelle (La) 3’30”
Vorrei Baciarti (Do) 3’30”
Ritornello “Amor che deggio far” 4’